jamon iberico: salud de pata negra

viernes, 16 de noviembre de 2007


El jamón ibérico parece que poco a poco va ganando buenas críticas, y no ya por su excepcional sabor y delicadeza gastronómica, sino que además, según unos últimos estudios realizados por la Universidad del Sur de California, su alto contenido en zinc (sobre los 2,3 mg por cada 100 gramos) proporciona a los adolescentes y preadolescentes una ayuda importante para el desarrollo de sus capacidades lectivas.

Y es que según el mentado estudio, un consumo de 20 mg de zinc 5 días a la semana, durante 3 meses, proporciona al adolescente una capacidad de concentración en los estudios mayor, así como una memoria más ágil y preparada para los esfuerzos lectivos que deben realizar a esa edad.

Pero no solo los jóvenes se pueden aprovechar de las bondades del jamón serrano, sino que las personas adultas también necesitan un aporte diario de zinc de 20mg para mantener la mente despierta y los reflejos mentales al día.



Por supuesto no podemos basar solo en el jamón el aporte diario de este oligoelemento, ya que implicaría un consumo de aproximadamente 870 gramos del producto ibérico. Y no es que sea malo, ya que también es falso que tenga un alto contenido en grasas y sal, pero debemos tener claro que la dieta debe ser a la par, equilibrada y variada. Aún así, es bueno saber que hay alimentos que son tan buenos para el paladar como para la salud.

Además, su tocino es excepcional entre las grasas animales por ser muy rico en ácido oleico (el componente principal del aceite de oliva). su grasa es rica en ácidos grasos monoinsaturados y en ácido oleico, lo cual nos mantiene protegidos ante las denominadas enfermedades cardiovasculares.

Es, ademas una completa fuente de vitaminas, ya que aporta vitaminas B1, B6, B12 y ácido fólico, que resulta muy beneficioso para el sistema nervioso y para el buen funcionamiento del cerebro. Además, es rico en minerales, esenciales para los huesos y los cartílagos, y por si no fuera, asimismo es un alimento recomendable en las dietas hipocalóricas, ya que tan solo posee unas 150 kilocalorías por 50 gramos.

Dietas equilibradas

jueves, 15 de noviembre de 2007


Resulta de sobras conocido que un exceso de peso puede llegar a constituirse en un serio problema para la salud. Se trata de un punto a vigilar, pero que no debe obsesionar. Dietas salvajes, desequilibradas, o sin control facultativo, destinadas a perder peso de forma rápida pueden llegar a producir tantos o más problemas que el propio exceso de peso. Y no sólo físicos, sino también psicológicos.
Ganaremos peso cuando se ingieren más calorías de las necesarias, o de las que se van a consumir durante el día. El sentido común nos dice que la mejor forma de perder peso será ingerir menos calorías y aumentar el gasto, la actividad física. Es decir, cualquier dieta destinada a perder peso, a adelgazar, debe ir acompañada necesariamente de un aumento de la actividad física.



Algunos puntos generales a tener en cuenta son:

- Seguir una dieta equilibrada que contenga los siguientes elementos: cereales, lácteos, frutas, verduras, grasas y proteínas, ya sean carnes o pescados.

- No es bueno pesarse a diario. Van a producirse inevitables fluctuaciones en el peso, no tiene sentido realizar un control diario, solo nos llevará al desánimo. Una frecuencia semanal podría ser adecuada, aunque hay que tener en cuenta que puede haber semanas en las que no se pierda peso.

- Hay que mantener un cierto escepticismo respecto a las dietas “de moda”. No todas las dietas son efectivas para perder peso, y si alguna marca un consumo calórico inferior a 1200 calorías diarias rechácela.

- Los milagros son extremadamente raros. Una dieta adelgazante que prometa pérdidas de peso a velocidad de vértigo suele dar malos resultados a la larga.

- Vigile las salsas al cocinar, asar o hervir será más indicado que freír. Asimismo vigile los alimentos ricos en grasas. Tampoco es cuestión de eliminarlos completamente, pero se debe controlar su consumo.

- Si bien es bueno el consumo de fruta diario, los zumos suelen tener un alto contenido calórico y de azúcares, algo que además puede ser muy perjudicial para uno de los posibles efectos secundarios del exceso de peso: la diabetes. Lo cual lleva al siguiente consejo: No consuma demasiados alimentos ricos en azúcares.

- Beba bastante agua al día, 6 o 7 vasos al día sería adecuado. Reduzca el consumo de bebidas azucaradas y carbonatadas. Reduzca también el consumo de alcohol.

- Coma despacio y sentado. Se saciará antes y la ingesta total será menor.

- Consulte a su médico antes de iniciar cualquier dieta destinada a perder peso, y realice un seguimiento de sus progresos. Lo ideal es consultar a un endocrino o experto en nutrición antes de lanzarse a una dieta para adelgazar por cuenta propia.

¿Se puede adelgazar facilmente?

domingo, 4 de noviembre de 2007


¿por qué engordamos con tanta facilidad...?

¿... y nos cuesta tanto perder peso?

La razón está en nuestros genes, que a su vez son así por adaptación al medio en el que el ser humano ha vivido siempre. Cuando digo “siempre” es durante cientos de miles de años: los últimos 50 años no son nada en comparación.

Durante cientos de miles de años, como decía, el ser humano ha tenido que correr para perseguir su comida (cazar, para entendernos), o caminar mucho hasta encontrarla, o cultivarla con gran esfuerzo físico. En ocasiones, le tocaba correr a él para no convertirse en alimento de otros animales más grandes y fieros.



De modo que la comida siempre era difícil de conseguir, y conllevaba un gran esfuerzo físico y un elevado consumo de energía. En otras palabras: la comida nunca sobraba, más bien lo contrario. A veces llegaban épocas de frío o de malas cosechas y la comida escaseaba. Eran épocas de hambre.

¿qué quiere decir esto? Pues que el cuerpo humano está adaptado a la escasez: tiene estrategias para limitar el gasto de energía en las épocas de hambre. Por eso, cuando empezamos una dieta severa, nos encontramos cansados y sin energía, pensamos todo el tiempo en comida, y encima, apenas perdemos peso.

El organismo cree que estamos en una época de hambre y malas cosechas y se adapta a ello, reduciendo el gasto (por eso no bajamos peso y estamos apáticos y sin energías para malgastar).

Cuando llega una época un poco mejor, el organismo inmediatamente se pone a acumular las sobras en forma de kilos de más: “Hay que guardar para las malas épocas”... Por eso, justo después de terminar una dieta drástica, comemos un poquito ¡y todo se va directo a convertirse en acumulación de grasa!

Sin embargo, lo que jamás había sucedido en la historia de la humanidad es que la abundancia de comidas grasas y dulces fuese alcanzable sin esfuerzo físico: antes no existían la nevera, los pasteles, los helados, la cerveza, la TV con sus telenovelas y sus partidos de fútbol... Por eso el cuerpo humano no tiene previsto ningún sistema para limitar el engorde: sencillamente, tal cosa no hizo falta jamás.

Pero ahora nos encontramos en una sociedad que hace una vida sedentaria, con abundancia de alimentos, así que podemos comer y comer y comer... y nuestro organismo, tonto de él, sigue guardando y guardando y guardando... “para los malos tiempos”.

Conclusiones:

1. nuestro cuerpo no está adaptado a una vida sedentaria. Hay que ejercitarlo de vez en cuando.
2. Las dietas drásticas no funcionan: el organismo cree que ha llegado una época de hambre y se pone a ahorrar energía desesperadamente, incluso perdiendo masa muscular. Cuando terminas la dieta, todo lo que comas va a ser acumulado en forma de grasa “por si sigue la época de hambre”.
3. La única solución para adelgazar es comer siempre un poquito menos de lo necesario para mantenerse (si comemos más engordaremos), pero no mucho menos, o nuestro cuerpo pensará que debe ponerse a ahorrar porque estamos en una emergencia. La clave es engañarle.
4. Así pues, olvidemos las dietas drásticas si lo que queremos es perder peso de forma permanente. Cambiemos ligeramente nuestros hábitos, y seamos conscientes de que la pérdida de peso sólo se produce poco a poco.

La dieta y las calorías negativas

sábado, 3 de noviembre de 2007


¿Por qué suele recomendarse la inclusión de ensaladas en la dieta?

Porque tienen el efecto “caloría-negativa”, es decir, tienen menos calorías que las requeridas para su completa digestión.

Vamos a explicar esto un poco mejor:

Todos los alimentos, además de vitaminas, sales minerales y otros nutrientes, aportan grasas o azúcares que son fuentes de energía: el combustible del cuerpo, que si no lo quemamos se nos acumula en forma de sobrepeso.

Nosotros consumimos energía, no sólo en los músculos sino también en el funcionamiento de todos los órganos del cuerpo: Por ejemplo, la digestión de los alimentos es un proceso que consume energía.

¿Qué pasa si un alimento tiene pocas calorías pero su digestión es difícil? Pues que consume más energía de la que nos aporta: sólo por el hecho de comer ese alimento, estamos quemando calorías. ¡Lo podemos comer cuanto queramos, impunemente y sin remordimientos! ¿Verdad que es maravilloso?

Por ejemplo: 100 gr. de espárragos aportan 24 calorías, sin embargo para digerirlos nuestro cuerpo gasta 40 calorías, por tanto en comer 100gr de espárragos hemos perdido 16 calorías.

Más ventajas: Entretenemos al estómago, que no gruñirá, quejándose de que esté vacío. Nada de sufrir y torturarse: ¡Se acabó el "esta noche no ceno" para adelgazar!

Por si quedan dudas, quiero dejar claro que ningún alimento por sí mismo quema grasa, lo que pasa es que al comer alimentos bajos en calorías, nuestro cuerpo sólo con digerirlos ya quema más calorías que si no comiésemos nada.
No olvidemos que siempre es necesario un aporte diario de proteínas y grasas, ya que estos alimentos no aportan nada de ello.



Lista de alimentos que aportan calorías negativas o alimentos quemagrasa:

Verduras

Espárragos
Brécol o brócoli
Col
Lechuga
Tomates
Zanahoria
Espinacas
Alcachofas
Coliflor
Calabacín

Frutas

Naranja
Papaya
Piña
Pomelo
Manzana
Arándanos
Fresas
Frambuesas
Mandarinas
Sandía
Melón

Ejercicios para rebajar barriga


Hoy os proponemos 4 ejercicios para reducir abdomen. Es particularmente importante hacer muchos ejercicios para la zona de los costados porque eso aumenta el músculo del oblicuo y hace que disminuya el contorno de cintura.


1. Acostado, flexionar las rodillas, cruzar las manos hacia el pecho o detrás de la cabeza con los dedos pulgares en la nuca. Subo y bajo el pecho, 3 series de 15 y conforme pasa el tiempo hay que ir aumentando las series y las repeticiones.


2. En la misma posición, las mismas series y colocación de las manos, pero subiendo las piernas flexionadas. Cuando se hace el mayor esfuerzo se expulsa el aire y cuando se tiene relajamiento hay que tomarlo.
Se sube hasta donde se pueda, no hacerlas rápido, y hay que tensar el abdomen.

3. Con las manos apoyadas en el suelo y las piernas flexionadas, llevo las rodillas al pecho y bajar. Subiendo igualmente la parte del tronco. Hay que tener una postura recta y hacer los ejercicios despacio. Y no dejar de tensar el abdomen.

4. Acostados con las manos hacia los lados del cuerpo colocando las manos al lado. Las piernas un poco inclinadas elevando la pelvis, la cadera sin necesidad que la espalda se despegue del suelo. Subir y bajar repetidas veces, siempre teniendo el abdomen contraído.

¿A que hora del día es mejor hacerlos?

Cada ejercicio es una variación y una persona que este empezando puede empezar por estos que son básicos, es mejor que empiece hacer 3 series de 20 a 25 repeticiones.
Lo importante es que vaya en progresión, si uno cree que series de 20 ya no le sirven hay que aumentar.

Hay que descansar el músculo como unos 30 segundos y realizar los ejercicios con un día de por medio o cada dos días. El descanso es muy importante para ver resultados.

¿Existe alguna contraindicación, o personas que por alguna razón especial no deberían hacer estos ejercicios?

Cualquier tipo de persona que quiera realizar ejercicios antes debe consultar con el medica, cualquier persona, tenga o no problemas físicos.
Para las embarazadas hay una serie de abdominales muy suaves para realizar a partir de los tres meses, pero siempre se debe consultar antes con el médico.